miércoles, 8 de octubre de 2014

Ese pequeño ángel [Yuura x Keiyuu]

Advertencias: +18





Llevaban ya bastante tiempo de conocerse y sin embargo jamás pensaron que todo acabaría de esa manera; ambos recostados en la cama del hotel pagado por la compañía tras un viaje de gira, en donde nadie podía verlos…


-Yuhra-san…
-¿Crees que es sencillo aguantar todos estos celos?
-¿D… de qué hablas…?
-Tanto tiempo juntos… ya es suficiente como para que sigas fingiendo que no pasa nada…



Por unos segundos el menor tragó saliva, no entendía por qué su corazón latía de una manera tan veloz al ver el rostro de aquel bajista tan cerca, la actitud con la que le interrogaba y la forma en la que sus manos habían aferrado sus muñecas a la cama sin ser lo suficientemente brusco como para llegar a lastimarle.


-De… déjame ya…
-¡NO LO HARÉ!, estás loco si piensas escapar de nuevo; dime de una maldita vez que es lo que está pasando!!



Los ojos del pelinegro no dejaban de mirar con frustración el rostro del pequeño vocal, habían sido ya varias las ocasiones en que intentaba resolver aquellos sentimientos confusos y las indirectas por parte de su compañero que provocaban una revuelta en su estómago que le removía la cabeza. Pasados unos segundos de silencio, su voz se tranquilizó al igual que su respiración.


-Dime por qué me besaste en el estudio…



En aquel momento recordó el sorpresivo suceso en el que los seductores labios del más bajo se apoderaron de los propios durante un par de fugaces segundos. El rostro del pequeño vocal se pintó con un sonrojo suave que se hizo perceptible al instante.


-Kgh…
-Anda, todo ese acoso en las presentaciones; las burlas, los golpes, ¿A qué se supone que estás jugando… eh?, ¡Habla de una vez!
-¡Deja de gritar, carajo!... ¿Por qué demonios no lo entiendes?



Con un toque de desesperación, los labios del más bajo se chocaron en un gesto rígido mientras un nudo en su estómago ahorcaba de forma tajante sus cuerdas vocales; su mirada que por unos momentos permanecía ausente, ahora se centraba en el rostro del pelinegro.


-Keiyuh…
-¡ME GUSTAS¡ ¡¿Es muy difícil comprenderlo?!



El grito repentino del menor y las palabras que pronunció resonaron con fuerza durante unos segundos en la cabeza del bajista. ¿Cómo podría ser posible gustarle?, lo molestaba, se burlaba de las cosas extrañas que hacía y encima le hacía bromas sin dejar la frase “tonto” para referirse a él.


-No… no juegues conmigo así…
-No estoy jugando…



Con la voz quebrantada el menor se quedó cruzando su mirada con la del bajista tratando de evitar que aquella desesperación se transformara en lágrimas, por otro lado; el pelinegro suavizó el agarre con el que había ajustado sus muñecas y acercó su rostro peligrosamente al del pequeño castaño hasta que sus narices se tocaron.


-No llores por favor…
-No iba a hacerlo…



Ahora que sus sentimientos se encontraban expuestos, las mejillas del más bajo aumentaron su color dejando un predominante carmín en sus pómulos. Su corazón se volvía loco cada que su aliento chocaba contra los labios del más alto que poco a poco fue acercándose más al ladear su cabeza con la intención de experimentar nuevamente la calidez de los labios del menor.


-Y…Yuhra…



No habría forma de detenerse en aquel instante, simplemente los ojos de ambos se cerraron y sus bocas se buscaron mutuamente hasta encontrar ese calor embriagante que ansiaban sentir. Las palmas del bajista deshicieron el agarre y se deslizaron por el medio de esas pequeñas manos que le mantenían nervioso diariamente hasta que sus dedos se vieron entrelazados con los contrarios; un aura mágica hacía que el choque entre sus labios comenzara a tomar un ritmo más constante, acelerado… sus bocas que por un instante se habían tocado solamente, ahora se hundían en los labios ajenos al mismo tiempo en que sus cuerpos se frotaban lascivamente sin quererlo sobre la cama de aquel cuarto.


-K… keiyuh…
-No te detengas…



Casi como una orden, el suspiro rápido del menor obligó al bajista a continuar con aquel improvisado acto pasional, la agilidad de sus labios se vio aumentada ante el agarre del menor que separó sus piernas dando paso al esbelto cuerpo de su compañero entre ellas y sus brazos que dejando el agarre de sus manos atrás, lo rodearon por el cuello demandando así más tiempo para aquel calor que el pequeño vocalista sentía entre cada beso.

El cuerpo del bajista ahora cedía completamente a los deseos y caprichos de aquel pequeño, ahora que estaba seguro de lo que sentía se había dejado llevar por su bajo impulso y sin pensarlo sus manos recorrieron en caricias necesitadas el cuerpo entero del menor; comenzando por su espalda hasta bajar lentamente y recorrer con apego sus muslos hasta la hendidura que mantenía cerrado el pantalón de la presentación pasada.


-Mha… quítalo…
-Es lo que iba a hacer…



Sus comentarios cortaban velozmente el aire que en aquella ocasión pretendía volverse denso y caluroso, sus manos que se ocuparon de desabotonar y retirar aquella prenda baja volvieron enseguida a acariciar la parte más suave del cuerpo del menor, lo que provocaba en ese momento una rigidez que aumentaba constantemente junto con su ritmo sanguíneo por debajo de sus pantalones.


-¡Ah!... Yuhra…



Aun siendo lo que esperaba del pelinegro, la vergüenza en él se hacía notoria, era la clase de chico que le demandaría amor una y otra vez, aun cuando el otro no estuviera de humor; sin embargo, en ese instante parecía no tener que dar ninguna orden a las ágiles manos del mayor que como si estuviese tocando su instrumento principal le acarició y se deshizo de las prendas que a ambos los mantenían cubiertos, exceptuando la camisa y el saco que el más bajo había vestido aquella noche. El castaño por el contrario, estiró sus manos halando de la playera ajena hasta que pudo quitarla y arrojándola a un lado volvió su rostro a mirarle de una dulce y seductora forma que el bajista no pudo resistir no responder con otro pasional beso.


-Mhnn… Keiyuh…
-¡Aah…!



Ahora que ambos se encontraban desnudos, sus cuerpos comenzaron a rozarse mutuamente entre cada movimiento. La rigidez en ambos permitía que con facilidad sus miembros se apegaran el uno al otro en prolongadas y suaves caricias. Sin resistirlo más el pequeño vocal deslizó una de sus manos por el pecho del pelinegro hasta rebasar su abdomen y masajear el falo contrario presionándole un poco cada que subía y bajaba.


-Kgh… o… oye
-¿Te gusta?



La sonrisa lasciva de su ahora pequeño demonio le atrajo totalmente, la personalidad tímida que el bajista demostraba en cada momento se hacía presente hasta en sus íntimos momentos y obligaba al más bajo a demostrar el dictatorío carácter que podía tener en ocasiones. Una vez que sintió con mayor excitación la rigidez de su cuerpo, el pelinegro se apoyó en la cama y le aferró fuertemente a su cuerpo hasta levantar al menor y sentarlo sobre sus piernas. El contrario se sorprendió ante la acción y con sus brazos se sujetó del cuello ajeno hasta tomar la posición que el bajista demandaba.


-No te saldrás con la tuya esta vez…



Susurró con suavidad en el oído del castaño antes de devorarlo en un lascivo beso que provocó en la garganta del castaño un gemido libre y de alto volumen. Sus manos que en un momento se encontraron disfrutando de la suavidad que su piel siempre le había ofrecido, recorrieron con certeza cada parte de su pequeña espalda, de sus piernas eh incluso de su rostro. Los sonidos en el aire se mezclaban y el aire denso y caluroso era el causante de los jadeos que ambos soltaron al comenzar a masturbarse mutuamente mientras sus labios se ocupaban de dar la atención deseada que sus bocas necesitaban.


-¡Nmmha!... Y… Yuhra, más fuerte…



El bajista no dudó un instante en sucumbir a su petición, simplemente su hermoso rostro y la dulce voz que de su garganta brotaba podían volverle loco en un instante, justo como en ese momento.


-Kgg… Keiyuh… yo no… no aguantaré mucho si sigues así…



La sonrisa maliciosa de su dictador brotó nuevamente y sus ojos seductores no dejaron de mirar el rostro sudoroso de su querido amante.


-Quiero verlo… déjame verte…



Sus palabras hicieron brotar del rostro del pelinegro un sonrojo muy leve que aumentó en el momento en que una corriente eléctrica se disparó por su columna hasta hacer reaccionar su pelvis en una serie de pulsaciones que recorrieron su miembro haciéndole palpitar de excitación. Un gesto parecido a un gemido entrecortado se ahogó en su garganta mientras el menor miraba su rostro completamente atento, aunque lo negara hace un par de días, verle tan sumiso a sus intenciones provocaba que su lívido se disparara de una manera intensa, su pequeña mano que frotó con mayor velocidad y fuerza el miembro del bajista sintió pronto la textura resbaladiza del líquido que antecedía su eyaculación y facilitaba la masturbación para el menor. Al mismo tiempo no podía evitar percibir el aumento de su propia excitación con los masajeos constantes de la palma del bajista en su falo, demostrándole con pequeños gemidos cuanto lo disfrutaba.


-K…Keiyuh…KGHA!



En cuanto el mayor abrió su boca, el menor se acercó y capturó sus labios en un beso descontroladamente apasionado, las manos de ambos se tocaron con fuerza provocando que en poco tiempo la eyaculación de ambos se suscitara; Sus lenguas que se acariciaron sin pudor ni una pisca de decencia mantuvieron sus cuerpos estremecidos más apegados que nunca. Sus bocas que se separaron en el instante en que llegaban a su punto más excitante les permitieron presenciar el momento en que el orgasmo tomó control de las gargantas de ambos y un gemido al unísono les hizo correrse de inmediato hasta que el brazo agotado del pelinegro los mantuvo en aquella posición al apoyarse sobre la cama.

Una serie de jadeos mantuvo el silencio alejado, la respiración agitada hacía que el pecho blanquecino del bajista subiera y bajara mientras que la palma del pequeño vocal que se mantenía en su hombro había ablandado su agarre en una respiración profunda.


-Kjeh…



Deslizando su palma por el abdomen del pelinegro, los rastros de su semen quedaron impregnados en los delicados dedos del castaño, quien con descaro los introdujo a su boca, haciendo desaparecer aquella sustancia lechosa en varias lamidas.


-Eres delicioso, Yuhra-san…
-Pequeño…



Los ojos del bajista se desviaron levemente luego de ver tal espectáculo, que estaba de más decir le había avergonzado, sin embargo la risa suave de su pervertido acompañante le hizo voltear nuevamente hasta rodear su cintura y acercarse a sus labios en un beso corto y dulce.


-¿Estás satisfecho?
-Sólo por ahora.



En el rostro de ambos se pintó una sonrisa que se mantuvo hasta que ninguno pudo aguantar la felicidad que aquel gesto les había provocado.


-¿Qué insinúas?
-Nada, no lo entenderías jeje…



Así sus labios volvieron a unirse en una serie de besos que mantuvieron un desvelo intenso para esa noche de amor entre un pequeño vocalista indeciso y su fiel bajista enamorado…



A la mañana siguiente, fuera del autobús que los llevaría de regreso a Eifuku nadie imaginaba lo que había ocurrido por la noche, así, solo las miradas improvisadas de ambos integrantes de la banda se guardarían un íntimo secreto quién sabe hasta cuándo.


-"Solo me pregunto… ¿Qué pasará si dejo crecer este amor?"



El bajista miró a lo lejos esa pequeña figura que había puesto su mundo de cabeza, su sonrisa al hablar con su miembro más alto lo hacía perderse en pensamientos vagos que dejaban su rostro con una expresión completamente seria.


-¿Tú crees Notti?... jeje… ah… ¡Yuhra, vámonos!



El brazo alzado y el grito del más bajo fueron suficientes para sacar al pelinegro de sus pensamientos, y como siempre su carácter distraído le salvaba de cualquier circunstancia.


-"¿Cómo podré disimular así de bien?... no lo sé pero… tal vez llegue el día en que no me importe mostrar lo que siento por él… lo que me hace sentir… ese pequeño ángel…"



FIN



Créditos: Sussan Rose.